Consol Molinos: “Hay personas que sólo pretenden limpiar su conciencia”
- Lucía Ramírez, Viladecans
- 21 abr 2016
- 4 Min. de lectura
Consol Molinos, profesora de Educación Secundaria en el colegio Torre Roja de Viladecans, recuerda con claridad que fue a partir del terremoto de Nepal en abril de 2015 cuando decidió fundar la asociación Maia Nepalí para ayudar a la población afectada por el desastre natural. Ella confiesa que siempre había querido hacer un voluntariado pero que nunca se había atrevido a emprender esa aventura, hasta que le surgió la oportunidad de ir al Nepal. Le apasionó de tal manera el pueblo de Singati, que repitió dos veces más. También reconoce que la primera vez fue duro y que sólo contaba los días para volver a Barcelona, estuvo quince días, pero enseguida cambió de chip y empezó a contar cuánto faltaba para volver otra vez.

Logo de la asociación Maia Nepal
La vida de Consol cambió radicalmente desde el terremoto en 2015, sacudió su vida al igual que la de otras tantas -en Nepal-, y en ese momento ofreció todo por ayudar. En esta entrevista averiguaremos cómo alguien puede ser emprendedor y fundar su propia asociación, pero también escucharemos la voz de alguien que vive a caballo entre Barcelona y Nepal, realidades dispares a más no poder.
¿Cómo surgió esta iniciativa, el crear Maia Nepalí?
Todo empezó con el terremoto, yo quería ayudar. La señora de la limpieza de mi colegio me vio tan triste que una semana después recaptó un fajo de billetes y me los entregó, eran unos 220 euros, para que lo donase; me di cuenta de que esos billetes no me pertenecían, que pertenecían a mi pueblo del Nepal.
Al trabajar en la educación estuve pensando cómo podía contribuir junto con mis alumnos, les pedí que trajeran cualquier cosa que no utilizaran para venderlos en una feria solidaria.
¿Y cómo administrabas todo ese dinero que ibas recibiendo?
Claro, fue lo primero que pensé al ver tanto dinero en mis manos. Busqué un gestor y me aconsejó que creará una asociación sin ánimo de lucro, y fue así como nos pusimos a trabajar para construir Maia Nepalí.
¿Recibís bastante ayuda económica?
Sí. A todas las ferias a las que hemos asistido encontramos mucho apoyo, mucha gente volcada. Se percibe implicación, hasta el Barça colaboró con nosotros con una camiseta con todas las firmas de los jugadores.
Por lo que dices, las personas siempre intentan ayudar en la medida que es posible...
Es cierto, todo y que a menudo tienen cierto reparo en dar su dinero, se preguntan qué será de su dinero y si realmente llegará a Nepal. Para evitarlo lo ingreso personalmente a nuestra cuenta, del banco Sabadell, y les pido un voto de confianza.

Consol Molinos. Por Susana Vilanova.
¿Una vez en Nepal cómo se puede apreciar esta contribución monetaria?
Después de muchas reuniones y de decidir las necesidades más básicas, nos centramos en los niños, que era el sector más vulnerable. Por ejemplo, compramos 632 chándales, rehicimos el techos de dos escuelas e invertimos en una biblioteca. Además, iniciamos un proyecto de agricultura pensando en las tierras dañadas por el terremoto y la llegada del monzón (flujo de precipitaciones que afectan a las cosechas).
¿En qué consistía este proyecto?
No sólo favorecimos a que la tierra volviera a la normalidad, sino que promovimos un curso de teaching training, para que no cosecharan sólo para subsistir sino también para sacarle beneficios. Hace poco hemos presentado este proyecto al ayuntamiento para conseguir una subvención, aún nos tienen que responder.
Era a la vez un proceso de aprendizaje no únicamente de ayuda, según entiendo.
Desde el principio supimos que no había que darles todo hecho, no queríamos una actitud de “han venido los blancos a hacernos todo el trabajo”. Se comprometieron a pagar un 5% y lo han cumplido, se tenían que involucrar.
¿Y la población de Singati crees que está agradecida con toda esta ayuda?
Precisamente me dijo un chico nepalí, que trabaja como guía de montaña, que escuchó hablar de mí a los vecinos del pueblo y decían que “había una chica española que estaba haciendo muy bien su trabajo”. Reconozco que ya era muy feliz cuando iba allí sola y nadie me conocía, ahora es diferente; tengo ciertas responsabilidades como encargada de la asociación.

Lucía Ramírez y Consol Molinos. Por Susana Vilanova.
No se basa en dinero sólo...
No se trata de eso. Nosotros ayudamos como podemos pero después nos vamos, son ellos los que se quedan y tienen que sobrevivir, deben aprender a subsistir. Es verdad que tal como llegas puedes gastarte todo el dinero, pero tenía que pensar con la cabeza y no dejarme llevar por lo que me decía el corazón.
Por curiosidad, ¿cómo os comunicabais con ellos?
Yo soy profesora de inglés y en Singati tenía un contacto, Adrià, que me ayudó mucho a poder desenvolverme, siempre es necesaria esa persona de confianza.
Los primeros días hicimos un estudio de la población, fuimos casa por casa preguntando por sus vidas y por sus estudios. Poco a poco he ido aprendiendo nepalí (algunas palabras, frases...), pero el inglés es lo que más uso allí.
¿Piensas que todos podemos ser voluntarios?
Lo que creo es que hay personas que sólo van para limpiarse la conciencia, llegan al pueblo y comienzan a repartir dinero. Eso no es ayudar, es lo contrario. Hay que comprender qué es lo que necesitan.
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